LA TORA YA NO ES LA FRANJA DE GAZA
Por Julio César Abaúnza Romero
La Tora, es un barrio de invasión que fue fundado hace 19 años por 78 familias desesperadas por tener casa propia; está ubicado según Planeación Municipal en la comuna cinco de Barrancabermeja. Sus habitantes son personas humildes que se ganan la vida en el sector informal y en otros casos de la temporalidad que ofrecen las empresas contratistas de Ecopetrol. En la construcción del barrio y desde los diferentes gobiernos municipales, la Junta de Acción Comunal ha conseguido la ejecución de las obras de saneamiento básico y la legalización y titulación de los predios; sin embargo la pavimentación de las calles fue el obstáculo más grande por superar.
Cada vez que los habitantes del barrio han emprendido acciones por mejorar su calidad de vida, se han presentado problemas, porque en el imaginario de la comunidad queda la sensación: “se robaron la plata”. Esta situación es comprensible teniendo en cuenta que quienes manejaron esos recursos públicos son personas con un bajo grado de escolaridad, lo que conlleva a que la convivencia entre los vecinos del barrio siempre haya sido conflictiva, llena de desconfianza donde las palabras de “grueso calibre” son el mecanismo de defensa y están a la orden del día.
Para mediados de diciembre del año 2008, se iniciaron las obras de autopavimentación, gestionada por la Junta de Acción Comunal por valor de 105 millones de pesos con recursos de Ecopetrol a través del programa bandera de la Alcaldía de Barrancabermeja: El Presupuesto Participativo.
La interventoría de la obra hizo su primera visita observando como la Presidente de la Junta de Acción Comunal, la señora Olga Pérez, participó en tres pleitos simultáneos con sus vecinos. La primera discusión fue con un señor que se negaba a pagar lo que le correspondía a cada propietario por la hechura de los bordillos y el trabajo de los obreros. En la segunda discusión la señora Olga se defendía de otro vecino que la acusaba de ladrona y a lo que ella respondió: “ladrona es su puta madre”. La tercera discusión se presentó por el capricho de una señora que quería que las obras iniciaran por donde se encontraba su casa. La visita de la interventoría no duró más de una hora; el Ingeniero Interventor, le recomendó a la señora Olga, bajar los ánimos, calmarse y no usar palabras soeces. Al despedirse y subirse en su vehículo el interventor dijo en voz baja: “esto se parece a la Franja de Gaza”.
No hubo un solo día de paz entre los vecinos del barrio La Tora mientras se construyó la obra de autopavimentación. A la comunidad, la interventoría siempre le hizo saber del impacto de la obra con la valorización de los predios, el mejoramiento a las fachadas de las casas, a la calidad de vida y a la movilidad.
La obra se terminó en las mejores condiciones cuatro meses después de su inicio, la comunidad la recibió con alegría y un año después se pueden observar todos los cambios que ha tenido. La comunidad se ha interesado por arreglar el frente de sus casas con pisos de cemento o en cerámica en el antejardín; a la señora Olga, todos los vecinos del barrio le firmaron un oficio para que la Secretaría de Gobierno le concediera permiso para tener una caseta al pie de la cancha polideportiva, teniendo en cuenta que ella es madre cabeza de hogar con una hija especial.
La señora Olga, reconoce como ha mejorado la relación entre todos los vecinos y que a pesar de los dolores de cabeza y peleas que existieron, finalmente sirvieron para tener una convivencia más armoniosa: “Yo creo que vivíamos tan bravos era porque siempre teníamos los zapatos y las chanclas sucias”.
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